Las elecciones europeas de 2024, un acontecimiento democrático fundamental, se celebraron entre el 6 y el 9 de junio en todos los Estados miembros de la Unión Europea. Este decisivo proceso electoral permitió a la ciudadanía europea ejercer sus derechos democráticos votando a los y las representantes que determinarán el futuro de la Unión Europea.
La participación electoral fue similar a la de las elecciones de 2019: se situó en aproximadamente el 51% de los y las votantes. Esta participación, ligeramente mejor que en décadas anteriores, refleja un compromiso constante con el proceso democrático. No obstante, seguiremos alentando una mayor participación electoral, ya que cada voto tiene un peso importante en las políticas y el rumbo futuros de Europa. A pesar del aumento del sentimiento antieuropeo, el centro proeuropeo mantuvo su posición en las elecciones de 2024.
Como el segundo mayor grupo y la mayor fuerza progresista del Parlamento Europeo, los eurodiputados y eurodiputadas del Grupo S&D se van a esforzar por que Europa progrese y por garantizar la inclusividad. Con su voto, la ciudadanía contribuye al empeño por construir una Europa social, progresista e inclusiva basada en la diversidad, la libertad, la solidaridad, la igualdad y la equidad.
No podemos dar por sentada la democracia, es un sistema esencial y de gran valor que nos otorga el derecho a participar en la configuración de nuestro futuro colectivo. El derecho de voto es una de las piedras angulares de la democracia, que faculta a las personas para que tengan voz en los procesos de toma de decisiones. Al ejercer nuestro derecho de voto, no solo nos aseguramos de que se oiga nuestra voz, sino que también contribuimos a un marco democrático más amplio que defiende los principios de igualdad, libertad y rendición de cuentas.
En un mundo cada vez más interconectado, muchos desafíos trascienden las fronteras nacionales y exigen soluciones colectivas. El referéndum del Brexit, la pandemia de Covid-19 y la invasión rusa de Ucrania nos recuerdan que los problemas globales requieren una cooperación y coordinación internacionales. Mediante la participación en procesos democráticos, como el voto en las elecciones, intervenimos activamente en los debates y decisiones que conforman nuestra relación con instituciones supranacionales como la Unión Europea. Es a través de nuestro voto que podemos expresar nuestra postura sobre cuestiones importantes e influir en el curso de acción que toman nuestros gobiernos.
Cada voto importa, ya que configura de manera colectiva el futuro que queremos construir, salvaguarda nuestros derechos y libertades individuales y garantiza que nuestros valores democráticos sobrevivan muchas generaciones más.
Con el voto se consiguen varios resultados importantes para la democracia. En primer lugar, garantiza la representación permitiéndote elegir a los/las dirigentes y responsables políticos/as que tomarán decisiones en tu nombre. También responsabiliza a los representantes electos de sus acciones, puesto que tu voto determina si permanecen o no en el cargo.
En segundo lugar, el voto determina la dirección política de tu país o región al respaldar a candidatos/as que se ajustan a tus valores y prioridades. Influye en las leyes y reglamentos que se promulgan, lo que repercute en ámbitos como la atención sanitaria, la educación, el bienestar social y muchos más.
Por último, el voto es un instrumento esencial para impulsar el cambio social, contribuyendo al fomento de la igualdad, los derechos civiles y la justicia social. Asimismo, promueve la participación, el compromiso y el empoderamiento, con lo que se refuerza el marco democrático y se da voz a la ciudadanía a la hora de conformar el futuro de sus comunidades y países.
A lo largo de los últimos cinco años, el Grupo S&D ha alcanzado importantes logros dentro del Parlamento Europeo. Por ejemplo, desempeñamos un papel fundamental a la hora de perfilar la respuesta de la UE a la pandemia de Covid-19, entre otras cosas, mediante la obtención de financiación para la distribución de vacunas y el apoyo a las medidas de recuperación económica. Nuestra dedicación va más allá de la pandemia, puesto que nos hemos estado preparando sistemáticamente para abordar las diversas crisis que puedan surgir.
La invasión rusa de Ucrania ha tenido graves consecuencias multidimensionales, que van desde los devastadores efectos de la guerra y el desplazamiento de refugiados/as, hasta la desestabilización de los suministros de energía y el menoscabo de los principios democráticos. La invasión ha dado lugar a una compleja red de problemas, en particular violaciones de los derechos humanos, disputas territoriales, perturbaciones económicas y tensiones geopolíticas. El Grupo S&D ha luchado —y lo seguirá haciendo— por Ucrania y su ciudadanía, por rebajar las facturas de energía en la UE y por la democracia europea.
Hemos aceptado que estamos viviendo una crisis climática y el Pacto Verde ha estado en primera línea de nuestras políticas. Hemos abogado por mejorar la eficiencia energética, aumentar el uso de energías renovables y reducir las emisiones de carbono, ¡y todo ello con un corazón rojo! Priorizamos a los trabajadores y trabajadoras y sus derechos porque reconocemos que conseguir una transición ecológica sostenible es indisociable de la creación y la garantía de oportunidades de empleo sostenible.
La transición ecológica no es la única transformación que está teniendo lugar en Europa. Participamos activamente en la promoción de la transición digital de Europa, mediante la aplicación de políticas y estrategias para garantizar un acceso equitativo, fomentar la innovación y salvaguardar la intimidad y la protección de los datos de toda la ciudadanía. Algunos de los temas candentes que cuentan hoy con nuestra total implicación son la IA, las criptomonedas y los trabajadores y trabajadoras de plataforma.
A través de estas crisis, el Grupo S&D ha seguido luchando por los derechos sociales en todos los sectores de la sociedad y ha estado al frente de los esfuerzos para garantizar que toda la ciudadanía tenga acceso a los derechos humanos fundamentales, como la atención sanitaria, la educación y unas condiciones laborales dignas. El Grupo también defiende la equidad tributaria, la vivienda asequible y la protección de los grupos vulnerables, como los/las refugiados/as y los/las migrantes. También trabajamos en pro de la eliminación de la discriminación por motivos de género, raza, orientación sexual o discapacidad, y buscamos promover la igualdad de oportunidades para todos y todas.
Uno de los retos a los que nos enfrentamos es el auge de los movimientos populistas —y el consiguiente deterioro de las normas democráticas—, ya que estos se aprovechan del descontento entre la población, polarizan las sociedades y socavan las instituciones democráticas. Esto pone en peligro la inclusividad, la tolerancia y el Estado de derecho. Para combatirlo, debemos participar activamente en la democracia y apoyar a candidatos/as y políticas que promuevan los valores democráticos.
Otro desafío apremiante son las desigualdades sociales y económicas, ya que existen obstáculos sistémicos al acceso a derechos y oportunidades. Para abordarlas se necesitan reformas políticas, una distribución equitativa de los recursos y medidas específicas orientadas a la justicia social. Si defendemos los derechos sociales, respaldamos iniciativas que reduzcan las disparidades y nos involucramos en la democracia, estaremos promoviendo una sociedad inclusiva y equitativa.
El cambio climático, la migración y los avances tecnológicos son desafíos globales interrelacionados que requieren planteamientos colaborativos. Participar en la democracia nos permite formular políticas climáticas, defender unas políticas migratorias justas y regular la tecnología de forma ética. A través de la participación activa y el apoyo a políticas progresistas, contribuimos a alcanzar soluciones sostenibles.
La protección de los derechos humanos, en particular las libertades civiles y los derechos de las comunidades marginadas, es fundamental. Tenemos que luchar contra la discriminación, los sesgos y los intentos de socavar estos derechos. Si participamos en la democracia, denunciamos las injusticias, apoyamos a las organizaciones de derechos humanos y exigimos responsabilidades, estaremos promoviendo derechos sociales para todos y todas.
Para afrontar estos retos necesitamos una participación ciudadana activa, un pensamiento crítico y un compromiso con los principios de la democracia. Si nos mantenemos informados, participamos en las elecciones, apoyamos los movimientos populares y hacemos que los responsables electos rindan cuentas, podremos trabajar conjuntamente por una sociedad más justa, inclusiva y resiliente.
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