La extrema derecha, asociada con las tendencias fascistas y populistas, va en aumento. Esto constituye un peligro para la libertad, la democracia y los valores europeos.
Los extremistas de la derecha suelen señalar con el dedo a las personas que son diferentes a ellos, como los migrantes y otras comunidades vulnerables. Alimentan la división, promueven el discurso de odio y propagan el miedo y la animadversión para desatar guerras culturales.
Puesto que quiere que la UE fracase, la ultraderecha no es constructiva a la hora de formular políticas y decidir leyes de la UE: suelen ausentarse del trabajo y prefieren gritar desde la banda. Votan contra el progreso.
A lo largo de la última década, se ha producido un notable aumento de los movimientos de extrema derecha en las naciones democráticas. En Estados Unidos, la asociación del Partido Republicano con Donald Trump intensificó las ideologías extremistas y arrastró a un partido convencional de derecha hacia la extrema derecha. De manera similar, en Brasil, la presidencia de Jair Bolsonaro siguió esta tendencia, al igual que ha ocurrido con la emergencia de figuras como Javier Milei en Argentina.
Desafortunadamente, Europa no ha sido inmune a estas tendencias, y los partidos de extrema derecha están ganando impulso en muchos países. Algunos ejemplos son la Agrupación Nacional en Francia, el PVV en los Países Bajos, el AfD en Alemania, el PiS en Polonia, el FdL en Italia, el PS en Suecia y el Fidesz en Hungría, entre otros. Abordar y combatir estas tendencias es esencial para defender los principios de tolerancia, inclusividad y gobernanza democrática. Una cosa es formar parte del debate público, pero hay países como Italia y Hungría en los que la ultraderecha está en el gobierno. Tienen el poder de atacar y destruir los derechos y libertades de millones de ciudadanos y ciudadanas europeos.
Europa se enfrenta a un auge de los movimientos de extrema derecha en todo su territorio. Los gobiernos de derecha integran facciones políticas de extrema derecha o dependen de su apoyo.
En respuesta a ello, los y las demócratas de toda Europa han organizado protestas para decir a los movimientos fascistas que su ideología no tiene cabida en Europa, ¡ni en ningún otro lugar del mundo! Nos declaramos parte de este movimiento antifascista.
Los y las Socialistas y Demócratas son, y seguirán siendo, muy claros sobre los intentos de la extrema derecha de socavar y dañar el proyecto de la UE.
La Unión Europea constituye un testimonio de los ideales de tolerancia e inclusividad, principios que se encuentran en sus cimientos mismos. Los visionarios que estuvieron detrás de la fundación de la UE buscaron crear un espacio donde pudieran converger naciones diversas, promoviendo la cooperación y la unidad tras conflictos devastadores.
La oposición a la UE puede surgir a raíz de cuestiones como la soberanía nacional, las políticas económicas o desacuerdos en cuanto al rumbo de la integración, pero cuando esta oposición socava los principios de tolerancia e inclusividad, amenaza la esencia misma de lo que la UE representa.
Preservar estos valores fundamentales es esencial para que la UE siga cosechando éxitos y siendo relevante en la escena mundial. Los Socialistas y Demócratas defendemos firmemente los valores de la UE en todas nuestras decisiones de formulación de políticas y lucharemos por toda la ciudadanía de la UE, no importa cuál sea su origen u orientación sexual.
Hemos de llamar a estos movimientos por su nombre: grupos fascistas que trabajan activamente para socavar las instituciones democráticas, limitar las libertades y minar la inclusividad.
Para que estos movimientos rindan cuentas, hay que examinar atentamente sus acciones, sus políticas y sus palabras y garantizar que no comprometan los principios de las sociedades democráticas.
Al contrario que la extrema derecha, los y las Socialistas y Demócratas creemos en acercar a las personas y fomentar el entendimiento entre las distintas comunidades. Nuestro objetivo es crear una sociedad justa y equitativa que incluya a todo el mundo, cualesquiera que sean sus orígenes, al tiempo que respaldamos políticas que refuercen las instituciones democráticas, salvaguarden los derechos de las personas y garanticen la igualdad de trato para todos y todas.